La mayoría de las personas hemos vivido la experiencia de decir que SI cuando queríamos decir NO. Esto puede haber ocurrido por tu jefe pidiéndote que te quedes hasta más tarde, o tu colega solicitando tu colaboración en un proceso o tarea. ¿Cómo te sentís cada vez que querías decir que NO y terminaste diciendo SI?
Las personas tenemos el mismo derecho a “decir si” que a “decir no”; sin embargo, a algunas personas les cuesta más “decir no”, ya que no es una práctica bien vista socialmente y sobre todo en el trabajo. Cuando somos pequeños a partir de los dos años nos sentimos libres y con el derecho a decir no, “decimos no” a todo aquello que no queremos, que no nos gusta, incluso decimos no porque sí, como el simple hecho de expresar nuestra personalidad.
Sin embargo, a medida que vamos creciendo los convencionalismos sociales, el resultar agradables, amables y serviciales nos hace “decir si”, cuando nuestra necesidad interna nos pide “decir no”.
¿Por qué, a veces nos cuesta tanto decir que no? Hay muchas razones para explicar esa dificultad en decir NO, pero podríamos resumir a casi todas ellas en la creencia que vamos adquiriendo a lo largo de los años de que vamos a ser menos "queribles" por los otros si nos negamos a sus peticiones. Así, en miras de cuidar una relación, renunciamos a ciertas necesidades, inquietudes y deseos. Si yo pienso que si digo que no en mi trabajo, “voy a dañar una relación”, “que me van a despedir” o “que me van a percibir como una persona poco amable” probablemente me sienta en la obligación de decir que sí. Algunos de los motivos más comunes que te pueden dificultar decir “no” son los siguientes:
- Por evitar un conflicto. Si sabes que negarte va a generar una situación problemática para tu equipo o para ti, generalmente tenderás a ceder. Sobre todo si esa problemática nos es significativa, como en el caso del jefe.
- Por no hacer sentir mal al otro. Lo que es mejor conocido como culpa. Muchas veces, sin darte cuenta, te imaginas lo que el otro va a sentir si te niegas. Por supuesto que tu solo lo imaginas y no sabes cómo lo va a tomar en realidad la otra persona, pero te dejas guiar por aquello que imaginas que va a sentir, y si eso que imaginas no resulta agradable, prefieres no hacerle pasar por eso.
- Por miedo a no ser aceptado. Contrario a imaginarte lo que va a sentir la otra persona si te niegas, más bien te imaginas lo que va a pensar de ti. Esto es un miedo a ser rechazado, el cual en algunas personas es más marcado que en otras.
- Por sentir que no tienes derecho a negarte. Esto generalmente es un problema de autoestima, en donde se dan por hecho que las necesidades del otro son más importantes que las tuyas, y cuando te piden algo, inmediatamente dejas de lado lo tuyo para atenderle.
Sin embargo “decir si” cuando en nuestro interior queremos “decir no” puede acarrearnos disfunciones y otras consecuencias personales y profesionales. Posiblemente no estamos escuchando lo que necesitamos y podamos estar atentando a nuestra propia dignidad como personas, generando un dialogo interno que nos promueve una emocionalidad que impacta en la efectividad de nuestras acciones.
Algunos beneficios del derecho a decir “no” en nuestro trabajo:
Nos ayuda a gestionar mejor nuestro tiempo y poder priorizar aquello que es más importante
Nos permite manejar nuestros compromisos, asumiendo sólo aquello que nos vemos capaces para hacer, generando una imagen de confianza y credibilidad.
Nos permite priorizarnos como personas y profesionales, ante los demás, mostrando respeto por nosotros mismos y por nuestro trabajo profesional.
Cuando no sabemos “decir no” ante una petición, por ejemplo, ¿Por favor me puedes hacer ahora mismo este informe? Solemos ver a la otra persona como una persona desconsiderada, aprovechadora y con falta de sensibilidad, en lugar de reconocer nuestra incapacidad para saber decir que no. Vemos al otro como el culpable y nosotros nos sentimos como víctimas de la situación, obligados a decir que si por el miedo a que se dañe la relación o que no nos consideren colaborativos en nuestro trabajo.
Por otro lado podemos ver, que si nosotros nos relacionamos de esa manera cuando nos piden algo, posiblemente nos costará hacer peticiones, ya que no nos gustará que nos vean como personas aprovechadoras y poco consideradas. Además, quizás no estaremos preparados a recibir un “no” por respuesta. El riesgo que podemos correr es que perderemos muchas posibilidades de pedir aquello que necesitamos por el temor a ser rechazados y que nos digan que “no”, perdiendo todos los beneficios de recibir la colaboración de otros.
¿Qué hacemos entonces para ser “asertivos” al decir que no?
Crea el espacio para evaluarlo: Si es necesario pídele al otro un momento antes de contestar. No te apresures a responder. Evita la tentación de reaccionar: reflexiona.
Evalúa si puedes hacerlo: ¿entiendes qué te están pidiendo? ¿tienes las competencias para llevarlo adelante?
Evalúa prioridades: ¿tienes el tiempo para hacerlo? ¿quieres hacer otra cosa que consideras más importante? ¿tienes compromisos asumidos que se verán afectados?
Cuida las formas al responder: Lo importante es expresarlo de manera que la otra persona entienda que es un no al pedido no un “no” a la persona. Una alternativa es cambiar el “no” por un “no pero”, para brindar a continuación una alternativa distinta que busque brindar una solución, sin perjudicar las prioridades que se tuvieron en cuenta al no aceptarlo. Esta contra oferta que acompaña al “no” puede llevar a renegociar plazos y condiciones (la forma en que se llevará adelante el pedido, que puede ser parcial). Algunas maneras de expresar el no, podrían ser:
“Por más que quisiera, sencillamente no puedo…”
“Me gustaría poder ayudarte, pero simplemente me es imposible debido a…”
“Lo siento, pero me resulta imposible en este momento.”
“Lo siento, pero te convendría mucho más buscar otra persona.“
“Me resulta imposible comprometerme. Si quieres, te puedo dar el nombre de… “
Es importante que tomemos conciencia que es un derecho el decir que “no”, y que detrás de ese “no” hay un “SI” mucho más fuerte a otra cosa, a algo que elegimos y que nos hace coherente con lo que buscamos como objetivo respetando nuestros valores. El decir que “no” es el poder que tenemos para fijar los límites que necesitamos para enfocarnos en lo que “si” queremos hacer para construir el presente y el futuro que deseamos. Implica la responsabilidad de hacernos cargo de nosotros mismos.
El especialista William Ury nos propone un proceso de 3 etapas: compuestos de “SI-NO-SI“ para construir un “no” efectivo que nos permita enfocar en el “si”, sin afectar el vínculo con el otro:
Decir “SI”. Todo NO esconde un SI. Cuando decís que NO a tu Jefe que te pide venir el sábado a la oficina a terminar un trabajo, le estás diciendo que SI a otras cosas (tiempo con tu familia, el partido de futbol con tus amigos, tu descanso y calidad de vida, etc.). Entonces, el primer paso para construir un NO poderoso es tener bien en claro a que le quieres decir que SI.
Decir “NO”. Teniendo bien en claro a que le estás diciendo que SI, te resultará más fácil poder dar un firme, contundente y respetuoso NO al pedido que te realizó la persona. Es posible hacerlo siendo respetuoso e incluso amable, pero también firme y determinado.
Decir “SI”. Expresar un sí a la relación con el otro, ofreciendo una tercera posibilidad que tenga en miras el interés del otro. Por ejemplo al jefe: "Jefe con relación a venir el sábado, quiero contarle que para mí ese día es un momento clave para disfrutar y pasar con mi familia (primer SI), así que NO voy a poder venir (paso 2). Pero entiendo que para vos es importante llegar a tiempo con ese informe, así que te propongo quedarme hoy y mañana hasta más tarde para adelantar (Segundo SI) ¿Qué te parece?."
Mg. Héctor Olmos Arévalo
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